Unas cuantas empresas británicas, ayudadas por primaveras y otoños más suaves, han comenzado a producir vino tinto, reviviendo una tradición perdida hace aproximadamente 600 años.
Los aficionados no se ponen de acuerdo por el momento, pero si no hay acuerdo en la cumbre de Naciones Unidas de Copenague, es posible que dentro de unos años los mejores vinos del mundo se produzcan en Gran Bretaña.
El efecto del cambio climático no es todavía patente en los cultivos de cereales, afectados por sequías e inundaciones, no necesariamente ligados al clima. Pero en el vino sí se aprecian ciertos cambios:
Borgoña produce uvas más grandes y maduras
Alsacia que producía vino tinto muy ligero, ahora produce uno mucho más rotundo
Alemania está en la misma situación
Las uvas son especialmente sensibles al tiempo y a la temperatura, afectando al balance entre azúcar y acidez.
De acuerdo con estudios de la Universidad de Borgoña, las mejores latitudes para el cultivo de las uvas se habrán desplazado 1.000 kilómetros al Norte para finales del siglo XXI, si no se hace nada contra el cambio climático.
Fueron los romanos los que introdujeron la producción de vino en Gran Bretaña hace 2.000 años. Alrededor del año 1.000 este territorio experimentó el llamado 'periodo medival templado', con temperaturas superiores a las actuales, lo que permitió el auge de la producción vinícola inglesa. Posteriormente, la bajada de temperaturas, el comercio con Francia y la disolución de los monasterios (ligados a la producción de vinos) por Enrique VIII desembocaron en la desaparición de las explotaciones vinícolas en Gran Bretaña.
De momento la producción es limitada, 400.000 botellas al año, y la relación calidad-precio horrible, dejando su consumo para los curiosos o con ganas de experimentar.
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