Según un estudio de la Universidad de Stanford, la política norteamericana sobre etanol puede ser el factor más significativo en la inestabilidad global de precios alimentarios. El rápido crecimiento de los biofueles ha ligado los mercados de la energía y la agricultura, haciendo difícil evaluar uno sin entender el otro.
Las políticas federales, destinadas a proteger a los granjeros norteamericanos, asegurar la independencia energética y a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, tienen como resultado que el 40% de la cosecha de maíz se dedica a la producción de etanol.
Como EE.UU. es uno de los mayores productores y exportadores de maíz, el rápido cambio en el destino de la cosecha ha provocado un cambio en la estructura del mercado mundial, subiendo los precios, para beneficio de los granjeros americanos, pero con consecuencias devastadoras para los consumidores pobres con ingresos mínimos que gastan fundamentalmente en comida. El impacto ha llegado a ocasionar revueltas en diversos países.
Las políticas de subsidios, destinadas en principio a proporcionar estabilidad al mercado americano, están causando inestabilidad a nivel global. Es el momento de reestudiar estos subsidios, que suponen además un gasto de 6.000 millones de USD anuales para los contribuyentes. Si este asunto no se resuelve antes de 2012, puede quedar afectado por las políticas y promesas electorales, continuando su pernicioso efecto sobre los mercados alimentarios de todo el mundo.
Una medida, fomentar el uso de biofuel, que teoricamente sirve para reducir los niveles de CO2, y por tanto reducir el impacto del cambio climático, y por tanto ayudar a los países más desfavorecidos a evitar terribles consecuencias previstas para el año 2100, como podrían ser la subida del nivel del mar y la reducción de las cosechas, con graves consecuencias para la población, están en realidad causando hoy graves trastornos a la población de los países pobres, que ven encarecidos los precios de los productos alimentarios básicos de forma artificial.
Esta entrada forma parte del Blog Action Day 2011 - BAD11
Las políticas federales, destinadas a proteger a los granjeros norteamericanos, asegurar la independencia energética y a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, tienen como resultado que el 40% de la cosecha de maíz se dedica a la producción de etanol.
Como EE.UU. es uno de los mayores productores y exportadores de maíz, el rápido cambio en el destino de la cosecha ha provocado un cambio en la estructura del mercado mundial, subiendo los precios, para beneficio de los granjeros americanos, pero con consecuencias devastadoras para los consumidores pobres con ingresos mínimos que gastan fundamentalmente en comida. El impacto ha llegado a ocasionar revueltas en diversos países.
Las políticas de subsidios, destinadas en principio a proporcionar estabilidad al mercado americano, están causando inestabilidad a nivel global. Es el momento de reestudiar estos subsidios, que suponen además un gasto de 6.000 millones de USD anuales para los contribuyentes. Si este asunto no se resuelve antes de 2012, puede quedar afectado por las políticas y promesas electorales, continuando su pernicioso efecto sobre los mercados alimentarios de todo el mundo.
Una medida, fomentar el uso de biofuel, que teoricamente sirve para reducir los niveles de CO2, y por tanto reducir el impacto del cambio climático, y por tanto ayudar a los países más desfavorecidos a evitar terribles consecuencias previstas para el año 2100, como podrían ser la subida del nivel del mar y la reducción de las cosechas, con graves consecuencias para la población, están en realidad causando hoy graves trastornos a la población de los países pobres, que ven encarecidos los precios de los productos alimentarios básicos de forma artificial.
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